jueves, 13 de marzo de 2014

SÍ o NO

Vas en un tren, y parece que las cosas pasan rápido por la ventanilla, pero no, el que vas rápido eres tú. Y parece que hemos cambiado. Y vaya si hemos cambiado. Que diría aquel. Te miras, miras atrás, y ves que las cosas cambian. Que la vida sigue. Y que, o estás dentro o estás fuera. Que o tiras para adelante, o te atropella ese tren que no para. De repente, todos esos sueños que creías que algún día nunca se irían de tu cabeza, se van. Que nacen otros. Nacerán de nuevo. Se irán. Y volverán a nacer otros. Y así. Miras atrás, y ya, por fin, acabas por dar por bueno todo lo que hiciste, acabas aprobándolo, aunque sea con un cinco raspón. Qué más da. No hay que darle más vueltas a nada. Hay que seguir. Pero miramos atrás. Y nos es malo. Porque mirar para atrás es ver cuánto hemos cambiado. Como el orgullo, ese que de niño no existía, se va convirtiendo en dignidad. Como tu carácter se acentúa, tu temperamento se moldea y tu personalidad se forja. Como vas perdiendo y ganando cosas nuevas. Distintas. Que cada día conoces a más gente, pero de una manera inversamente proporcional al tamaño de la circunferencia de ese circulo inmenso que rodeaba tu vida. Tu círculo más íntimo se va estrechando. Va mejorando, se vuelve más exquisito. Los flecos que colgaban, los vas recortando- o mejor dicho se van cayendo por sí mismos- van desapareciendo.  Te vas dando cuenta que el barrio en el que naciste quedó lejos. Que en la playa van quedando cada vez menos amigos. Que esos veranos de dos meses quedaron atrás. Y que, encima, los fines de semana ahora parecen más cortos. Te das cuenta de lo delgado que estabas y de la cara de pardillo que gastabas. Que el botellón ya no te motiva tanto, pero compartir un Rueda y una cena con alguien en concreto, puede colmar tus expectativas . Que una fotografía ahora dice mucho más que antes y que ese amor de tu vida, con el que con un abrazo el tiempo se paraba, quedó allá donde quedan guardados los mejores momentos. Pero ya está. Que algunos de esos amigos que te dijeron nunca faltar, faltaron, y que tú-para qué mentir- también faltaste alguna vez. Que en aquellos padres que te dieron la vida, las arrugas van dibujándose y que, por cada una que se dibuja, tu orgullo por ellos va creciendo. Te das cuenta, al fin, de cuánta suerte has tenido y  de cuánto has crecido como persona. Te das cuenta que no amas como amabas, que no quieres como querías, que ahora quieres. Amas. Pero distinto, ni mejor ni peor. Distinto. Aunque quien entra en tu vida ahora, ya no lo hace para un rato. Si entra, es para quedarse a tomar más de un café. Que relativizas lo que nunca jamás creíste que relativizarías. Que algunos grises se vuelven blancos o negros, y algunos blancos y negros se vuelven grises. Y otros, hasta de colores. Aprendes que no todo está en tus manos y que, a veces, es mejor una retirada heroica que una batalla sin nada por conquistar. En definitiva, te das cuenta de que hemos cambiado, que todos hemos cambiado y que, por nada del mundo cambiarías nada de lo que hiciste hasta el momento. Porque hoy miras atrás, ves que todo cambio, y que hoy eres un mosaico compuesto de vivencias, locuras, desengaños, alegría, risas y llantos. Porque la vida tiene dos opciones: o sí o no. Y nada increíble nace de un “no” y todos aquellos síes que salieron de tu boca lo hicieron porque en ese momento tuviste el valor de hacer lo que la mayoría te dijo que no hicieras. Porque pensándolo bien,  todos aquellos síes nos dieron los mejores recuerdos que hoy podemos tener. Da igual lo que fuera, con quien saliste, que borrachera cogiste o que tipo de locura viviste. Y es que si hoy estamos aquí, y somos lo que somos,  no lo somos por aquello a lo que dijimos que no, es por aquello a lo que dijimos que sí. Y esos sí es,  que hubo y habrá, me hacen saber que sí, que hemos cambiado, pero que seguimos siendo los mismos locos de siempre.


P.s: Soy tan lector de este texto como vosotros.

Una imagen


Es mucho más que pinta sobre un papel.
Es un  momento congelado en el tiempo,
un recuerdo al que siempre poder acudir.