Andamos deprisa,
pensamos deprisa
y vivimos deprisa.
¿Pero realmente de qué tenemos prisa?
Nisiquiera nosotros lo sabemos.
A veces queremos que el tiempo corra, otras que se pare y otras veces incluso volver atrás.
Somos exclavos del tiempo, prisioneros del reloj.
La cuestión es que queramos o no darnos cuenta, la vida no se mide en las vueltas que dan las agujas,
la vida se vive en momentos.
Es cierto que hay momentos que duran un segundo y se quedan en nosotros toda una vida pero hay muchos otros cosas que necesitan su tiempo y que nunca llegarán a ocurrir si no dejamos que sencillamente ocurran, no ahora, ni dentro de x segundos sino cuando tengan que ocurrir.
Salgamos del reloj en el que vivimos y dejemos que nuestra vida viva a su ritmo.
Propongo que seamos prisioneros de las risa,
perdamos la noción del tiempo,
y vivamos siempre sin prisa
pero sin pausa.