A veces en la vida nos enredamos con problemas, decisiones... pero sobre todo con nosotros mismos.
Y es entonces cuando muchos (y si tenemos la suerte de tenerlo cerca) acudimos al mar en busca de respuestas.
Pero el mar no tiene respuestas... Sólo nos obliga a parar y mirar fuera para mirar dentro.
Y así, decidir si meternos al agua y "surfear" el problema,
o seguir caminando por la orilla y dejar que las olas vayan suavizando nuestras huellas.
Independientemente de la elección,
La ola rompe y el mar se calma,
igual que la solución llega y la incertidumbre se va.
No por elegir bien o mal, sino por el mero hecho de elegir y desenredar.