El imparable cambio climático y mis últimos viajes, han hecho que la temporada otoño-invierno tenga más sentido que nunca; porque hoy/ahora es otoño y voy en manga corta, pero mañana/esta noche ningún guante parece ser lo suficientemente abrigado para no sentir que en cualquier momento pierdo un dedo.
Así vivimos, en los extremos, de temperatura y de mentalidad.
Un mar/ mundo donde vivimos aislados, aún estando más conectados que nunca.
Cada uno en su realidad y buscando su propio refugio.
Luz y calor que, en nuestro caso, tenemos la suerte de recibir de nuestras calefacciones/ chimeneas, así como de las luces andantes que nos acompañan.
Pero no por ello debemos olvidar que son muchos quienes caminan y no tantos quienes tienen nuestra suerte.
Creo que es importante que dejemos de pedir aquello que nos falta, para valorar lo mucho que ya tenemos.