Muchas veces dudo de si los recuerdos que tengo de pequeña son realmente míos, o el resultado de haber escuchado muchas veces las mismas historias y/o haber pasado horas entre álbumes familiares.
Lugares a los que un día fuimos...
y momentos en los que una versión de nosotros mismos hizo reír (y en algunos casos desesperar) a padres, abuelos, tíos...
y demás viajeros con los que nos cruzamos a lo largo y ancho del mundo.
Supongo que lo mismo le ocurrirá a ella en unos años, cuando haya escuchado cientos de veces historias de este viaje, así como de tantos otros que le preceden y vendrán después.
Le hablaremos entonces de las infinitas horas que pasó construyendo barcos, piscinas y aviones que "van a otro país" con sus legos.
También le contaremos las muchas olas que saltó,
y todo lo que buceo "sola" en aquel mar caliente y transparente.
Montañas de arena construidas y deconstruidas en segundos,
Como en su día hice yo misma, le explicaremos cómo viajaba acompañada de su bebé y lo mucho que lo cuidaba del calor.
En definitiva, escribo todo esto sin saber si estos momentos acabarán siendo recuerdos reales o creados en su mente, pero segura de que a nosotros nos ha regalado un buen puñado de ellos.