domingo, 18 de diciembre de 2016

Volar


Todos tenemos alas y la capacidad para volar.
Pero nuestros miedos, nuestras raíces y nuestras excusas muchas veces nos impiden hacerlo.


 Por eso buscamos la seguridad de un candado,
el sentimiento de pertenencia a un lugar,
la compañía de una persona.
























Olvidando que hay muchas formas de volar.


Porque volar no es sólo irse muy lejos,
también es una conversación que te haga pensar,
una comida que nunca hayas probado,
saludar a un desconocido.


Volar es en definitiva,
mirar a nuestro alrededor con otros ojos
y tener las alas abiertas a lo nuevo, lo diferente, lo inesperado.

Dejemos de planear tanto,
para dejarnos llevar un poco más.

domingo, 23 de octubre de 2016

Hogar pirenaico


Biescas tiene un olor y un encanto especial.
No sé si es su altura, su gente o el simple hecho de estar allí
pero Biescas es el lugar perfecto para desconectar y descansar.
Curioso que ambas palabras empiecen por DES, 
prefijo que indica negación y carencia de alguna cosa,
cuando a Biescas no le falta de nada,
¿o acaso somos nosotros quienes creemos necesitar de más?

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El otoño tiñe de naranja, amarillo y marrón los parques y montes,
las hojas caen,
los relojes se adelantan
y la calefacción se vuelve nuestra mejor aliada.




Dejemos que el otoño tiña también nuestras conversaciones y experiencias del cálido naranja, alegre amarillo y cercano marrón.

domingo, 16 de octubre de 2016

Del papel a las teclas

Hace un año y medio que dejé de escribir por aquí, precisamente cuando comencé a escribir en lo que empezó siendo mi cuaderno de viajes y es hoy mi diario o caja de las reflexiones.

Un año y medio de cambios, nuevas responsabilidades, muchos libros y mucha tinta y recortes sobre el papel.

Comencé este blog en 2011, haciendo sin darme cuenta del escribir mi forma de expresión. Hoy, 5 años después y con alguna falta de ortografía menos, mi lámpara de noche y papel se han convertido en mi santuario y pausa necesaria en la aceleración constante de mi día a día.

También mi cámara cada vez ha ido pesando más en mi cuello a medida que pasaba el tiempo. Haciendo infinitos los instantes, haciendo arte de lo cotidiano y siendo mi lente sobre la que descubrir el mundo y todo lo que este tiene para enseñarnos.

Por eso, el otro día viendo las fotos de este último año y medio, y fiándome de mis impulsos, me quedé con estas:



Un nuevo hogar.


Una nueva forma de pisar el hielo.


La necesidad de las pausas.


Lo visual y lo que no se ve.


Decisiones y cambios. 



El amarillo del sol y la gente.


Los txin-txines infinitos.


Un mundo por cambiar.


De sueños también se vive.

Con esto y la promesa de no abandonar este otro rincón donde compartir mi lienzo y pinceles me despido diciendo: namasté.